Abro los ojos y me encuentro a oscuras donde solo por la ventana aparece un intruso rayo de luz, trato de acostumbrar mis ojos. Empiezo recordar en que estaba soñando o cuando me había dormido, pero no logro concentrarme al escuchar su respiración. Entonces mis pensamientos se centran en el sentir su cuerpo junto al mío, siento ese calor que entra por mi piel y llega a mis huesos generando una corriente que solo ella provoca. Me muevo un poco y largo un suspiro que estaba guardando.
-¿Que pasa?- escuché su adormilada voz diciendo.
-Nada, solo no puedo dormir- digo acomodándome más contra ella, me abraza y respiro contra su cuello. Me río y pienso lo feliz que soy en ese momento. Para algunos puede ser solo otra simple noche pero para nosotras no, es otra noche en la cual puedo amarla y sumergirme un poco más en este laberinto llamado amor. -¿Que piensas?- dije curiosa.
-En nada- dijo con un tono burlón, sabiendo que esa respuesta no era válida para mí. Me reí por su respuesta idiota, y empecé recordar cuántas veces me había echo la misma burla. Ella me conocía demasiado, mi corazón se contrajo de felicidad. La persona que más me conocía estaba entre mis brazos, enamorándose un poco más cada día. Y entre pensamientos lindos apareció el miedo, tratando asustarme como a una niña chica la asusta el coco. El miedo a perderla, a no vivir momentos así otra vez, entonces con todas mis fuerzas la apreté un poco más contra mi para creerme que nuca se iría.
-Nunca me dejes- dije en un susurro, donde expresaba todo el miedo que me generaba perderla.
-No lo haré, me casare contigo aunque no lo aceptes- dijo en un tono bajo, tranquilo y seguro.
Y mis labios formaron una pequeña sonrisa, la idea de vivir todos mis días con ella, era perfecta.
Noche -.
No hay comentarios:
Publicar un comentario